Te debía unas líneas
unos versos que están
llenos de música
el café en Paris
la espera en Barcelona
los museos en Londres
las caminatas en Roma
Venecia, Pisa, Florencia
Málaga, Granada, Córdoba, Sevilla
las alegrías de Andalucía
los calores de Madrid
las risas en Horna
el asombro y el encuentro.
Te debía esa infancia
de tus primeros días
ese llanto cruzando
lo desconocido
nuestra casa con tu ternura
la cándida niñez
de los días Madre
las tardes de juegos
las filigranas del balón
los tiempos de la guitarra
la búsqueda del sonido
sosegando al espíritu
el sofá de mi descanso
la canción de mi santo
las palabras calmando
angustias y desvaríos
los ratos que la vida
parece una vieja filosofía.
Te debía ese baile
con la inocencia
ese callar observando
la paz del tiempo
la luz de las horas buenas
las partidas y encuentros
la soledad vestida de silencio
tu voz rebelde
ante la insania del mundo.
Te debía ese respeto
a las cosas simples
el idealismo sin patrón
la libertad como esencia
sin cálculo infinitesimal
sonriendo a los marginados
la persistencia de la tolerancia
los ratos sembrando tu emoción.
Te debía un antes y un después
pero nunca el olvido
de mi corazón.